TEMPESTAD EN EL MAGDALENA
Esta noche ha soltado sus jaurías
el huracán. La selva cruje; el trueno
revienta en roncas salvas. Las bravías
olas arrastran árboles y cieno.
Desgarrando la trágica negrura
que encrespona la bóveda celeste,
el siniestro relámpago empurpura
la majestad del panorama agreste.
La lluvia en cataratas se desploma,
surge del virgen monte un fuerte aroma
de resinas, de tierra y de hojarasca.
Y entre la orquestación de aquel gran ruido,
retumba en los jarales el rugido
del tigre como un reto a la borrasca.
Julio Flórez