EL ROSAL DIVINO
Cabizbajo el Señor, Gólgota arriba,
la cruz al hombro, mudo y sin aliento,
hacia el final de sus angustias iba,
cayendo aquí y allá, todo sangriento.
Oculto Judas en aquel momento,
miró con cautelosa expectativa
desfilar la siniestra comitiva
por el largo camino polvoriento.
Y al contemplar del Mártir las espinas
en fiera trabazón, y las preciosas
úlceras como flores purpurinas,
Judas cayó de hinojos sollozando:
Creyó ver un rosal lleno de rosas
que iba sobre las piedras caminando.
Julio Flórez