LA DESAHUCIADA
—«Tus manos son dos lirios»— le decía
cuando endulzar queriendo su amargura
de víctima incurable, le oprimía
sus luengas manos de marmórea albura.
—«Tus ojos son violetas»— le decía
cuando extinguir queriendo sus enojos
de niña enferma, en el azul del día
de sus ojos bañábanse mis ojos.
—«Es clavel tu boca»— le decía
cuando el verla tan triste, me bebía
de sus labios de púrpura la miel.
Una mañana la llevé a la fosa...
Y han nacido en la tierra en que reposa
dos lirios, dos violetas y un clavel.
Julio Flórez