XCII
Melancólica reina, pudibunda,
que vagas, por los ámbitos del cielo,
como un místico témpano de hielo
entre la negra oscuridad profunda.
En esta noche en que tu faz circunda
un halo transparente como el velo
de las vírgenes novias, un anhelo
azul y enorme como el mar, me inunda.
¿Sabes lo que mi espíritu ambiciona
en esta noche de noviembre, fría,
en que el cierzo las tumbas desmorona?
—¡Que bajes de la bóveda sombría
y pongas esa sideral corona
sobre el sepulcro de la madre mía!
Julio Flórez