LXVI
La ramera lloraba... y se reía
con una de esas risas espantosas,
con una de esas risas que podrían
espantar a los muertos en sus fosas.
Acababa de dar a luz, y en tanto
que alguien le preguntaba quién sería
el padre de aquel ser... llena de espanto,
la ramera lloraba... y se reía.
Julio Flórez