LII
Eras ayer tan pura...
como la blanca aurora
que entre cortinas de zafir fulgura
y níveas perlas en los prados llora.
Eras ayer tan bella...
como la oscura noche
que alumbra con el lampo de la estrella
al gran crespón de su enlutado coche.
Eras ayer altiva...
como la palma verde
que al lanzar su plumaje tan arriba,
en el vapor del nubarrón se pierde.
Mas ¡ay!...¡fue sueño todo!
¡Pues parece imposible
que hoy te rías y cantes entre el lodo,
y que tengas el alma tan horrible!
Julio Flórez