L
Tanto me odias, me aborreces tanto,
que pienso que algún día
irás al camposanto
a hollar la hierba de la tumba mía.
Ojalá... nada importa que furiosa
pises allí sobre mi cuerpo helado:
con tu pie, diminuto y delicado,
perfumarías la hierba de mi fosa.
¿Sabes lo que me aterra
de la muerte y me espanta?
—No estar a flor de tierra,
entonces, ¡ay! para besar tu planta.
Julio Flórez