MARTA
XII
Catorce años tenía, una vez vino
muy pálida y muy seria, y —¡yo me muero!—
sollozando, me dijo: —¡Sólo quiero
que no me dejes sola en el camino!
Sé que te vas... ¡lo manda tu destino!
¡Pero...no! ¡Tú serás mi prisionero!
¡Oh, no te vayas!... ¡Corazón de acero
no tienes tú... ni corazón mezquino!
Estoy enferma... sufro ... algo me ahoga
aquí... (me dijo, señalando el cuello)
siento como el abrazo de una soga...
Y yo quiero vivir... ¡todo es tan bello!...
¡Todo!... y ya ves: ¡hacia la muerte boga
mi pobre barca! ¡Y se mesó el cabello!
Julio Flórez