MARTA
X
Era toda inocencia ¡qué de asombro
me causaban sus raras candideces!
No esquivaba mis labios... ¡Cuántas veces
me adormecí sobre su frágil hombro!
Entonces como flor bajo un escombro,
entregábase a ignotas languideces,
y a Dios alzaba sus sentidas preces,
como las alzo yo... ¡cuando la nombro!
Una vez, bajo una alba esplendorosa
en que los horizontes dilatados
se impregnaban de azul, de oro y de rosa,
con ojos muy abiertos y admirados,
de repente exclamó: —dime una cosa...
¿por qué se ocultan los recién casados...?
Julio Flórez