MARTA
VII
¡Ah, sus manos!... ¡Sus manos transparentes,
hechas como de tibia porcelana,
lotos vivos que, a tarde y a mañana,
rociaba con mis lágrimas ardientes!
¡Manos alabastrinas, indolentes
a fuerza de ser gráciles; de arcana
modelación que al Hacedor ufana,
porque otras no hizo iguales!...
¡Manos de virgen pudorosa, manos
cuyos dóciles dedos como seda,
filtraban luz de pensamientos sanos!
¡Ya mi mano a sus manos no se enreda!
¡Lirios que consumieron los gusanos
y deshojó la Muerte... Nada queda!
Julio Flórez