ALTAS TERNURAS
XIII
Esperaré; y en día no lejano,
cuando se apiade mi contraria suerte
y me depare el ósculo de muerte
que ha de salvarme del contagio humano,
pienso que cielo y tierra y oceano
de gozo temblarán... y que yo al verte,
caeré, de nuevo, en tu regazo, inerte,
después de traspasar el hondo arcano.
Mas luego, nuestras almas en un grito
de amor se fundirán... y un mismo anhelo
nos llevará a los pies del Dios bendito;
¡y así como esos astros de áureo vuelo,
que vagan de infinito en infinito,
volaremos los dos de cielo en cielo!
Julio Flórez