CAOS
No hay miedo en sombra para el hombre fuerte
que ve, sin pestañear, el precipicio;
que conoce las úlceras del vicio
y no tiembla jamás, ni ante la muerte.
Para que al cabo de la vida advierte
la sinrazón de todo sacrificio,
para el que nunca halló nada propicio
y fue siempre vejamen de la suerte.
¡Ah! Qué puede temer el que por huellas
de los pies dejó sangre. El que, contrito,
pide alivio a sus múltiples querellas,
y ve solo, ante el eco de su grito,
la inmutabilidad de las estrellas...
en medio del sopor del infinito.
Julio Flórez