LEJOS
De cuando en cuando, un hálito de fuego,
llega hasta mí y el corazón me abrasa;
quema mi frente pensativa y pasa
como un aroma por mis labios luego.
Pierde entonces mi espíritu el sosiego
y huye de mí. Los ámbitos traspasa
y llega hasta la verja de tu casa
donde escuché al partir... t'último ruego.
Aquel «¡no me abandones!» que dijiste
con tus labios pegados a mi boca,
la postrera mañana en que me viste.
Y lleno de dolor, comprendo al punto,
que aquel hálito ardiente que me toca,
¡es el alma de aquel... ¡beso difunto!
Julio Flórez