JEAN COCTEAU SE MIRA EN EL ESPEJO
En el principio no existían los años,
sólo un continuo innumerable: la infancia.
Más tarde subrayaron su impermanencia,
fueron hierba del campo, olas, adioses.
Y llegué a acumular setenta.
Este rostro de vidrio ahora es mi cara
en la luna del agrio espejo.
Atrás, bajo su cara sombría,
en su mar de tinieblas, entre el azogue,
me esperan impacientes los otros muertos.
José Emilio Pacheco