PARA EL ÁLBUM DE JULIA
Vienen volando y pasan
Las horas, y en su rápida carrera
Llevan consigo a perecer entera
Una generación.
Tras aquélla sepultan
Otra, y sin descansar devoran ciento.
Polvo han de ser, de que se burle el viento,
Los hombres todos que serán y son.
Las fábricas alzadas
Por ese polvo que vivió, y un día
Leyes a tierra y mares imponía,
Sobre él se arruinarán.
Quizá en siglos futuros
Abismada Madrid, nueva Herculano,
La ciudad reina del imperio hispano
Se oculte de los doctos al afán;
O bajo las raíces
De antigua ya y enmarañada selva
La hallen, y a ser pisado el suelo vuela
Donde vagamos hoy.
Y al descubrir los senos
Que avariento guardaba aquel abismo,
Se abra un hueco y arroje el libro mismo
Cuyas páginas yo manchando estoy.
Podrá existir entonces
Un sabio que solícito trabaje
Para entender los signos y el lenguaje
Abandonados ya;
Y al recorrer las trovas
A ti, divina JULIA, dedicadas,
Rudas las hallará y desaliñadas,
Que ruda entonces nuestra edad será.
Si al papel trasladado
Por maestro pincel tu rostro mira,
Justamente dirá que nuestra lira
Tu belleza ultrajó.
Sentirá de tus ojos
El seductor, el mágico embeleso:
Yo siéntolo también; mas no por eso
A cantar tu hermosura basto yo.
Lectores de otro siglo,
Que conocer queráis el alma y mente
De la beldad que postra dulcemente
Hoy el mundo a sus pies;
Si visteis una hermosa
Que en ingenio y virtud brilla y descuella;
Si todos la adoráis... no es JULIA aquélla:
Bosquejo débil de sus gracias es.
Juan Eugenio Hartzenbusch