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A NUESTRA SEÑORA EN LA TRASLACIÓN DE SU IMAGEN DE LA FUENCISLA A SU SANTUARIO

Salve, Reina poderosa
De los hombres y del cielo,
Templo de oro, blanca rosa,
Fuente viva de consuelo
Para el triste pecador.
  Salve, tú que a la serpiente
Que rindió nuestra flaqueza
Quebrantástele la frente;
Salve, espejo de pureza,
Virgen madre del Señor.

  Como el sol que el orbe dora,
Sin descanso tú repartes
Del ocaso hasta la aurora
Tu piedad en todas partes
Con desvelo maternal.
  Y a tus pies hoy reunido
Todo el pueblo segoviano,
Las mercedes que ha debido
Al Eterno por tu mano
Agradécete leal.

  Cuando airado el Juez tremendo
En la tierra nos aísla
Con los males combatiendo
¡Madre nuestra de Fuencisla!
Nuestros ayes van a ti.
  Que es tu seno de ternura
Rico vaso que recoge
Nuestro llanto y le depura;
Y así Dios el ruego acoge
Que ofendiérale sin ti.

  Levantó su voz la guerra
Por los ámbitos de España,
Y amagó dejar la tierra
Plaga horrible con su saña
En total devastación.

  Suspirando, al templo sacro
A implorar tu gracia fuimos,
Y a tu augusto simulacro
Con el luto le vestimos
Que llevaba el corazón.

  Y al Altísimo aplacaron
Tas plegarias, Virgen pía,
Y las tumbas se cerraron
Que la peste cada día
Ensanchaba más tenaz.
  Y cesó la lucha horrenda,
Más terrible que la peste,
Y los gritos de contienda
Resarció el favor celeste
Con los himnos a la paz.

  Muda ya la fiera trompa
Que sonaba con espanto,
Da Segovia en esta pompa
Y en la gala de tu manto
Grato indicio de su fe.
  Signo es doble, Madre nuestra,
De salud por ti alcanzada,
Y a la par también demuestra
Que de España desterrada
La discordia al fin se ve.

  Brillen, pues, los rayos puros
Del clarísimo lucero,
Que al salir de nuestros muros
Testifica al mundo entero
Tu dichosa traslación;
  Y hagan hoy sus tornasoles,
Por influjo soberano,
Desde aquí a los españoles
Ser un pueblo todo hermano,
Más familia que nación.

  Y esta España, cuyo aliento
Se dignó el saber profundo
Elegir por instrumento
Que rindiera medio mundo
A la cruz del Salvador;
  Logre ser ¡oh Virgen pura!
Por lo fiel que te venera,
La nación de más ventura,
Ya que ha sido la primera
En virtudes y valor.

autógrafo

Juan Eugenio Hartzenbusch


Juan Eugenio Hartzenbusch

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