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EN LA INAUGURACIÓN DE LA ESCUELA CENTRAL DE AGRICULTURA

Al rico y al pordiosero,
A la hermosa y al galán,
Sustento y abrigo dan
Labrador y ganadero.
Del redil y del granero
El tesoro bienhechor
Esparce en su alrededor
Raudal de vida fecundo:
Son providencia del mundo
Ganadero y labrador.

  ¿Por qué mirar con desdén
Al que arte profesa tal?
—Por ser estimado mal
Quien vende barato el bien.
—Pero tus quejas detén,
Clase abatida hasta aquí:
De haberte olvidado así
Nuestra patria se avergüenza,
Y hoy con ventaja comienza
La justicia para ti.

  Hoy del polvo te alzarás
En que tu humildad yacía;
Mas también desde este día
De ti España exige más.
Con la ciencia adornarás
Tus usos de antigua fecha;
Mire el que siembra y barbecha
Que está ya bien demostrado
Que juntos libro y arado
Multiplican la cosecha.

  Prueba ofrecerá segura,
Que tanta verdad abone,
La campiña ésta, en que pone
Su trono la Agricultura.
Cual rompe la nube obscura
Vívido el rayo del sol,
Matizando su arrebol
Ardua cima y honda cuenca,
Radiará de La Flamenca
Bien para el suelo español.

  En él la divina mano,
Que hoy se nos retira escasa,
La copa vertió sin tasa
De su favor soberano.
Clima feliz, rubio grano,
Frutos con dulce sazón,
Reses de fardo y timón,
Reses de aprisco y de guerra,
Dote de la hispana tierra
Fueron siempre y aún lo son.

  Hágase un día valer
Esta abundancia sin par:
Tener y no aprovechar
Equivale a no tener.
Bebió del Guadiana ayer
La oveja, cuyo vellón
Hoy en distante región
Hace rico al hábil dueño:
¡Logre el pastor extremeño
Lo que ha logrado el sajón!

  Ostenta con ufanía
Su célebre vino el Rhin:
Es fuerza que tenga fin
Esa injusta nombradía.
Las cepas de Andalucía
Rinden jugo superior:
Adelgazad su vigor,
Traiga sin riesgo el placer;
Echadle un poco a perder,
Se le tendrá por mejor.

  Más trabajo os costará
Del bruto amansar la casta,
Que espanto, al bajar el asta,
Al león de África da.
Víctimas reciba ya
Más pingües el matadero,
Y el yugo del carretero
Más altas cervices ate:
No es de sentir, si combate,
Que no peligre el torero.

  Principios ciertos y claros
Vais a difundir, señores;
Pero a luchar con errores
Necesitáis prepararos.
Por ignorantes reparos
No os dejéis alucinar;
Formad en particular
Empeño de convertir
Al que no deja vivir
Ni arboleda ni tallar.

  Por librar de merma el trigo
Echa el incauto en las llamas
El álamo, cuyas ramas
Dieron al gorrión abrigo.
Mas al voraz enemigo
Verá en su techo anidar.
Sobra en España lugar
Para selva y para mies:
Yermarla de árboles es
Agua a las fuentes robar.

  Sin ellas mueren los prados,
Que dan al ganado vida,
Y es la labranza perdida:
No hay labranza sin ganados.
A cabañas y sembrados,
Al colmenar y al vergel
Llevad con examen fiel
Cuanta mejora es precisa.
Marcha hoy el saber aprisa:
Marchad a la par con él.

  En su estado natural
Produce el espino adusto
Mezquina baya sin gusto,
Que ni aun la pica el zorzal.
Injertadle con peral,
Y el fruto mejor tendréis.
Alumnos, esto hallaréis,
Si a la rústica experiencia
Vástagos nobles de ciencia
Con tino aplicar sabéis.

  Y la patria os deberá
Su más preciado tesoro.
Que busque el minero el oro:
Con el oro os buscará.
Y cuando vuelvan acá
Los que hoy nuestro suelo ven,
Y justa alabanza den
Al claro cielo de España,
Clamen con sorpresa extraña:
«Su campo es cielo también.»

  Y cuando quiera el viajero
Saber quién pudo tornar
Granja hermosa el tomillar,
La ciénaga abrevadero,
Un nombre dirá el vivero,
Otro el taller de la miel,
Otro el guía del corcel
Recio, gallardo y veloz;
Y España en sola una voz
El de la augusta ISABEL.

Leída en La Flamenca, el día 28 de septiembre de 1856.

autógrafo

Juan Eugenio Hartzenbusch


Juan Eugenio Hartzenbusch

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