EL CENTINELA DE FUEGO
En la lejana penumbra,
un centinela de fuego
mira con ojos altivos
el campo abierto.
Despavoridos se agitan
los hombres de monte y vega,
si alguna tarde columbran
al centinela.
Por la pampilla nevada,
trotan aullantes los lobos;
van hacia él; lo circundan
tristes y roncos.
Salvando rías y setos
camina tremante sombra,
y al percibirlo se enhiesta
pálida y torva.
Y ruda lid ignorada
principian en giros, quedos,
la erguida furente sombra
y el centinela de fuego.
José María Eguren