ESTIVAL
Bajo el sauce rosa, en tiempos amenos,
el niño y la niña dormían serenos.
Por los valladares, espinos y lomas,
amores cantaban las rubias palomas.
Libélulas lindas, en ronda galante,
iban en parejas de amor titilante.
El Sol peregrino, con claro destello,
doró de la bella la cinta, el cabello.
Al pasar, en fuga, brisa voladora,
descubrió del seno la rosada mora.
Al sentir los labios abrió con dulzura,
la virgen dormida, la pupila obscura.
Y fueron testigos de dudas las rosas
y los colorines y las mariposas.
Y al efluvio ardiente de las pomaradas,
el Sol hermosea las nupcias rosadas.
José María Eguren