LA ABADÍA
En el fondo del convento,
lloran, lloran los maitines,
con profundo sentimiento.
Son los monjes paladines
que olvidaron sus amores
y las justas y festines.
Palaciegos, trovadores
fueron; todos han sentido
el mayor de los dolores.
Y en el templo del olvido,
hondo rezan, a porfía,
con un llanto contenido.
Y alzan treno de agonía:
un adiós de muertas glorias,
por la noche, en la abadía.
Dan sus cálidas historias,
con amargo juramento
a las nieblas transitorias.
Dan su triunfo y su contento
a los santos paladines:
así lloran los maitines
los difuntos del convento.
José María Eguren