LIS
Con dulces begonias
danzaban las mimas,
con las ceremonias
de las pantomimas.
Azul, amarillo
el rostro pintado;
y al talle el cintillo
celeste dorado.
Y luego ampulosas
con sus crinolinas,
se pierden graciosas
en las bambalinas.
Y cien figurones
adornan el traje,
y sus pantalones
de nítido encaje.
Comienzan ambiguas,
añosas marquesas
sus danzas antiguas
y sus polonesas.
Y llegan arqueros
de largos bigotes,
y evitan los fieros
de los monigotes.
Y del piano-forte
en dulces vagancias
desfila la corte
de las elegancias.
Un beso a la blonda
—la de ojos morados—
y siga la ronda
de tiempos pasados.
José María Eguren