CAMPO DE SOLEDAD
La soledad que a veces, todavía,
te seduce a deshora, te somete
a un trato vejatorio, ¿no es la misma
que antaño te solía visitar
sin previo aviso, a horas intempestivas
o anunciándose de repente
con suavísimo trato de ramera?
La soledad de ahora se acrecienta
en su propia renuncia selectiva,
expande sus tentáculos
por las circunvecinas cavidades del ocio.
Pero ya tú no eres el mismo que solías
contribuir de grado a su caducidad,
ya eres otro inquilino
de esa dudosa deshabitación
que aún te otorga un consecuente
atisbo justiciero, una vaga
decencia inculpatoria, el desdén por lo obvio,
un repudio pugnaz por todo lo sectario
y esa humilde, obstinada convicción
de que todos aquellos que abominan
de los transgresores
padecerán un día ese otro suplicio
que otorga a los gregarios su propia soledad.
José Manuel Caballero Bonald