SENTENCIA Y DESPEDIDA
Si me quedara a solas con lo que ya se ha ido,
¿cómo iba a poder salir indemne
de esas desavenencias con mi propio deseo?
Los cuerpos juveniles que la felicidad
entrelaza en la sombra, rencorosos emblemas
curtidos por un sol con visos
cegadores, ¿vendrán una vez más
a llenarme el jardín de insoportables
remedos del placer, incómodas efigies
de un tiempo ya cubierto de hojarascas?
Mientras llega la noche, los anhelos
también como la luz se van atenuando.
Todo se va atenuando, hasta la actividad
de esos cuerpos remotos que jadean
bajo la sombra azul de los cipreses.
Redundante codicia del deseo:
vuelvo a quedarme a solas con lo que ya se ha ido.
José Manuel Caballero Bonald