PARA EL FIN DEL TIEMPO
Que ya es tarde. Y más bien estamos muertos.
¿Qué haces, entonces, dime, y a qué vienes?
(Ya habrás mordido el día, como el perro
muerde a oscuras el nombre de los meses).
No vengas más. No necesito a nadie
que pisotee mi sombra y tenga al llanto
de pie en mi puerta, oyéndome la sangre.
¡Qué no bebí! Amor y muerte a tragos.
Tú lo sabes. Soy un ayer de astillas
clavado en este humo que levanta
mi raza de fantasmas y cenizas.
No preguntes por mí. Cercena para
siempre tu corazón y el mío. Déjalos
como el día y la noche del olvido.
Juan Bañuelos