TIEMPOS ADVERSOS
De tanto relinchar y patear,
cayó este tiempo de quietud
a la misma muerte y al árbol mismo
al borde del abismo disputado.
Es tiempo, pues, de morral y de pesebre.
Tiempo de grandiosas orejeras.
Mil caballos mirándose en las cuadras,
en tanto se aplaca vuestra ira
en la solemnidad de los sillones
cuyos dorados brazos y respaldos
engrandecen sin límite el rostro
desde el que contempláis la eternidad.
Es tiempo de toda adversidad
sobre el bosque y bestiaje adormecido.
Y si la brisa mece no es traición.
Y si el pájaro canta es crepúsculo,
la música que siempre acompañó
el lento nacimiento de los potros.
Y si no existieran los caballos
grabaríamos relinchos en las piedras.
José Antonio González-Haba