ÓRBITA
Allí estaba el Silencio, de rodillas
en un rincón de la luz. ¿Oraba? Un gesto
le floreció las manos transparentes.
en sus ojos —dos circulos de ausencia—,
se irisaba un perfume. Y en sus labios
inmóviles —dos pétalos de sombra—,
se ensortijaba un eco de rocío...
Allí estaba el Silencio. Sus cabellos
—luz crespa, sol de fibras, fronda de oro—,
le iluminaba el perfil exangüe.
Allí estaba el Silencio. Allí, sin sombra
en la luz. fue un instante.
Y ascendía
su mirada —una ráfaga de aroma.
Allí estaba el Silencio. Fue un instante...
José Ángel Buesa