AL PIE DEL ALTAR
Transeat a me calix iste.
Vengo a tu templo con la faz sombría
Y con el alma enferma de pesar,
Buscando alivio en la desgracia mía
Junto a la yerta losa de tu altar.
Jamás te importuné con mis plegarias;
Sufría... y nada te pedí, Señor:
Yo he gemido en mis noches solitarias
Devorando en silencio mi dolor.
Pero hoy no puedo más... hoy sí te pido
Que termines clemente mi sufrir;
Un siglo de pesar mi vida ha sido;
Es mi esperanza única morir.
No me aguarda en el mundo sino llanto,
Miseria , desengaño, padecer,
Eterno desamor, tenaz quebranto,
Soledad y tristeza por doquier
Yo no tengo ya objeto en mi camino,
La estrella de mi norte se eclipsó;
Voy cual desierto buque sin destino,
Que horrible temporal despedazó.
Tú no querrás que viva encadenado
A una existencia desdichada así,
Por el triste recuerdo atormentado
De la dulce esperanza que perdí.
Ya basta de sufrir; tras largos días
De pesar silencioso y hondo afán,
Siento acabarse y las fuerzas mías,
Secas las fuentes de mi llanto están.
Tú que concedes a otros en el mundo
Honores, bienestar, oro y poder,
Ten compasión de mi pesar profundo,
Concédeme la dicha de no ser.
¿He de apagar cual bárbaro homicida
La luz que anima mi existir, Señor?
Jamás lo intentaré, tuya es mi vida...
¡Pase de mí este cáliz de dolor!
1858.
Ignacio Manuel Altamirano