LA GUITARRA
La abuelita guardaba, con olor de vainilla
Su guitarra en estuche forrado en verde pana.
¡Hace ya tantos años!... Era en la edad lejana
De contradanzas lentas, mantón y redecilla.
La abuelita tocaba, siempre alegre y sencilla;
Y con cuánto donaire, su cabecita cana
Iba el compás llevando, al tocar la pavana
Que bailaba en sus tiempos de noviazgo en Sevilla.
Y tocaba y cantaba la abuelita. Su canto,
De lo que ha muerto y vive tenía el dulce encanto,
Y siempre el estribillo decía: «¿No te acuerdas?»
Y una tarde —la última— «¿No te acuerdas?» cantaba,
Bajó los ojos tristes, mas la vi que lloraba;
Y sus cabellos blancos cayeron en las cuerdas.
Ismael Enrique Arciniegas