SEGANDO...
Segábamos dichosos. Tus quince años
eran primavera quince rosas.
De hojas se despojaban los castaños.
Cielo azul, clara fuente, y mariposas.
Segábamos. Tu boca, a los fulgores
del sol, era más bella y escarlata.
Reían, al pasar, los segadores
viento tu siega , con tu hoz de plata.
«¡Mira! ¡Cuántas gavillas ha segado!»
Me decías. Tu voz era dulzura.
Feliz te miraba, en el rosado
y azul atardecer en la llanura.
Y seguimos segando. Sonreía,
alegre y bella, era un encanto verte...
...yo sigo entre la siega de la vida,
y tú... segando yaces por la muerte.
Ismael Enrique Arciniegas