EN EL BALNEARIO
En el parque. En un banco. Luz de plata
En cielo y mar, y pensativa ella.
Lejos, canto de alegre serenata,
Y en el azul, muy lejos, rubia estrella.
Esbelta y nívea, con su abrigo blanco,
Y cual pensando en nada, distraída,
Era como alba nube en ese banco,
Como una estrella pálida y dormida.
Alzó la mano con gentil decoro,
Y sorprendido me quedé mirando
En su dedo anular, aro de oro...
«La argolla del deber», dijo llorando.
En mí vio como impulso a su belleza,
Y poniéndose en pie, la frente alta,
«¡No!» me dijo... «Prefiero mi tristeza
Al placer y vergüenza de la falta».
Ismael Enrique Arciniegas