AUTORRETRATO A LOS 11 AÑOS EN UN TREN
Pegado a la ventana,
mi cara reflejaba el vidrio triste.
El tren de la vida iba perdiendo
pasos, precipicios y polvo.
Enfrente mi padre comía una manzana,
aunque su ser se sentaba en otra parte.
Los pocos pasajeros parecían perdidos,
como si ya pertenecieran al olvido.
La luz ponía en las paredes las distancias,
como si el sol pasara en el recuerdo.
Tu vida en el tren se iba al abismo,
con la cara pegada al vidrio triste.
Homero Aridjis