En el lugar donde el árbol cayere, allí quedará.
Eclesiastés, 11,3.
Veo hombres como árboles que andan.
San Marcos, 8, 24.
Son las fuerzas de Dios parecidas a las de un árbol.
El Bahir
ÁRBOLES
1
Mi madre me dio un ciprés
para que creciera bajo su sombra;
yo busqué una arboleda
para andar bajo sus alas.
Homero Aridjis