LOS ESPACIOS AZULES
IV
En abrazo mecido la muchacha recorre
la blanda aventura de su cuerpo
la esfera en la que su ser da vueltas
en torno de la fuerza que asomada a su alma se fatiga
en abierta espiral encierra adentra y desata
el deseado rostro que los dos van formando
y el rasgo casi humano que arrancado
de los cuerpos brilla
en rojo funeral consume su existencia
el vértigo meciéndose en su carne
el cuerpo inerme que la semejanza le entrega
y la boca que los hala y succiona
apenas la conmueven
su superficie acoge lo mismo el ademán intruso
que el gesto de su abdomen más abismado y húmedo
en el flujo y reflujo que el instante va creándole
en ese vuelo a tientas por la altura
más de un alma ha caído y más de un ave se asfixia
por esa oscuridad apretada
el cuerpo fugitivo es real muriendo
Homero Aridjis