El día separado por sus sombras
por las cosas quietas en un orden extraño
por el ruido brusco que arranca la mirada1
del verde en que vivía
la fija en el vacío expectante2
avanza ligero en el misterio
de un vuelo que se propaga entre más sube
erigido por el ademán diverso
como una torre de luz y de ceniza
contemplado en los hados que desprende3
profundo hacia adentro de su propia blancura
absorbe toda huella todo oro colérico
del seco mediodía que a él se inclina
atravesado por trozos de azul y puntas de aves4
según el ritmo de nubes y de alas5
perfecto en la curva en que se dobla
brotando de su propio cáliz
ardiendo largamente en su pureza
como un vitral altísimo
a contra luz mirado
pone en la tierra una inmensa rosa de colores6
borra la claridad para instaurar el reino
de todo aquello que irradia si se toca7
Homero Aridjis
1 En otra versión: por el ruido que arranca la mirada
2 En otra versión se omite este verso.
3 En otra versión se omite este verso.
4 En otra versión: atravesado por trozos azules y puntas de aves
5 En otra versión se omite este verso.
6 En otra versión: pone en tierra una inmensa rosa de colores
7 En otra versión: de aquello que se irradia si se toca