a base de concurrir al espacio cerrado de su juego su campo se hace armónico y en la continuidad hallada los estilos se liberan y el ser imaginativo se vierte y suelta en el otro sus imágenes
el adversario macho vierte su deseo en el adversario hembra y viceversa y mientras el juego dura los sexos se entremezclan en un fluido percibirse y contestarse
cuando el cansancio llega el juego se suspende y se reanuda cuando ambas voluntades convergen otra vez con obstinada inclinación al campo donde se divierten ya salvadas sus propias contradicciones al ser
dirigidas por su maestría de jugadores
Homero Aridjis