¡ADELANTE!
¡Ea, muchachos, es la aurora! ¡arriba!
Tomad el hacha y el martillo, y vamos;
Si como ayer tenaces trabajamos,
El monte derribado caerá.
Alcemos con sus troncos nuestras casas
Asilo de la enérgica pobreza;
Donde creció el jaral y la maleza,
La viña lujuriante medrará.
Que el muelle cortesano la fortuna
Busque adulando a su señor adusto,
El torpe corazón siempre con susto
De perder de su afán el fruto vil.
Mientras él siembra el odio y la cizaña.
Nuestras robustas manos siembren trigo;
Mientras ve en cada hombre un enemigo,
Amémonos con pecho varonil.
El vínculo sagrado que nos une,
Se apretará con la honradez probada;
¡Sus, al combate! a la conquista ansiada
Del trabajo fecundo en la legión.
¡Victoria al más intrépido! bizarro,
Sus pensamientos en la patria fijos,
Sst llegue a tener hermosos hijos,
Hombres libres, de limpio corazón!
La gran naturaleza nos invita
A su festín suntuoso; seamos parcos,
Y al repasar por sus triunfales arcos
La libertad nos guíe con su luz;
Bajo su influjo bienhechor, la dicha,
La paz y la abundancia nos esperan:
¡A los valientes que en la lucha mueran,
Un recuerdo, una palma y una cruz!
No desmayéis conscriptos del progreso;
Rasgue el arado el seno de la tierra.
Querrá a la incuria, a la ignorancia guerra,
Amor a Dios, respeto por la ley;
Diques al mar pongamos, freno al vicio,
Allanemos la rispida montaña,
Y sea nuestro orgullo y noble hazaña
En cada ciudadano ver un rey.
Así avancemos como un haz; la ruta
Nos la haga más liviana el noble canto
Del poeta; las artes con su encanto
A nuestro rudo afán den galardón;
Busquemos la gran patria en que los hombres
Se reconozcan prósperos y hermanos,
Invitando a los pueblos soberanos
A seguir de los libres el pendón.
¡Y dulce será el ver en nuestros lares
De la jomada al fin, todos reunidos,
A los seres amables y queridos
Que ennobleció el trabajo y la virtud,—
Recordando los triunfos del pasado
En las largas veladas del invienio,
O elevando sus preces al Eterno
Que nos da la esperanza y la salud!
Carlos Guido y Spano