TRADUCCIÓN DEL ITALIANO
CESARE CANTÙ
«¡Por fin llegaste, mi caballero!
Te veré al alba» Luisa exclamó;
Con pensamiento tan lisonjero
Se adormeció.
Sueña: contempla muda el arreo,
Las nobles armas del adalid,
Con que triunfante dejó el torneo,
Venció en la lid.
¡Oh, qué ventura la del regreso
Cuando sus brazos nos tiende Amor!
Bello momento que en embeleso
Trueca el dolor.
Ella le cuenta las amarguras,
Las hondas penas a que él da fin;
Y oye las cuitas, las aventuras
Del paladín.
¡Fugaz delirio, pérfida calma!
Cándido un ángel la da el placer
De aquellas dichas que ¡ay, a su alma
No han de volver!
Sangriento —apenas la luz clarea—
La traen un casco ¡bárbaro afán!
El mismo casco que por presea
Dio a su galán.
«Cuando al castillo próximo estaba,
Traidor le hiere rival crüel:
Cayó; muriendo tierno clamaba
Por ti el doncel».
Luisa entra monja, y en el convento
Si alza a Dios himnos con tierna unción,
Al muerto amante vuela en el viento
Su corazón.
«¿Desde los cielos ¡oh, di, mi amado,
La vista al mundo sueles tornar?
¿Oyes mi llanto nunca agotado.
Ves mi pesar?
¡Alma süave, llega la hora
Que el mortal velo desgarraré,
y en que a tu lado la que te adora
Por siempre esté!
Carlos Guido y Spano