TERESA
En cuanto a mí me embrutecí
de ti oliéndote al galope todo el cuero, esto es
toda la fragancia de la armazón, el triángulo
convulso, me
—a lo largo de tu espinazo— embrutecí
de ti, por
viciosilla arcángélica, aleteante
la nariz, por pájara
afro y a la vez exenta, por
motora a diez mil, por
oxígena de mi oxígeno me
embrutecí de ti, por
esas dos rodillas
que guardaron todo el portento
diáfano, por
flaca, por
alguna otra vertiente
que no sé, por adivina
entre las adivinas esto quiere decir por puta
entre las putas, por santa
que me dio a comer visiones en
la mácula de la locura
del castillo interior que ando buscando en
la reñiñez, por
la gran Teresa caliente de Babilonia que eres, alta
y sagrada, por
cuanta hermosura enloquecedora hay en la Poesía para mí
me embrutecí de ti.
Gonzalo Rojas