ENCUENTRO CON MIS PADRES
30 de septiembre
Por no extraviarme en el reducto inmenso
até a su entrada misteriosa un hilo,
y empecé a penetrar con el sigilo
del que algo siente sobre sí suspenso.
Anduve largo y se volvía denso
cada vez más el cavernoso asilo.
Vi al Can horrible y lo esquivé tranquilo,
sin enfrentarme a su rencor intenso.
Y vi a mis padres y temblé de espanto.
¡Ay, cómo hedían y exudaban llanto!
¡Qué vómito y estiércol su recinto!
Y con la cuerda umbilical atada,
como Alighieri de la fosa helada
salí del asqueroso laberinto.
Germán Pardo García