POBRE DE ESPÍRITU
29 de julio
Sentado en el pretil, en la tarima,
en el quicio polvoso de la puerta,
custodio mi labor: es una huerta
de arroz frugal y azucarada lima.
Le he puesto amor a la raíz; y encima
tolda de musgo. Y que la gente advierta
que supe cultivar, tener cubierta
mi gris labranza cuando el sol lastima.
Soy un pobre de espíritu cualquiera.
Mejor así. La vida rinconera
y al fin porciuncular no da corona
de martirio. Mi mano es casi nada,
mas la puedo tender así, cansada,
y con ella entregar nombre y persona.
Germán Pardo García