MISIÓN CUMPLIDA
Cumplía la compulsión de mi destino:
creer sin fe, amar sin que yo amara,
y mi pie navegante se prepara
a una evasión sobre el cristal marino.
Rescaté de los ojos del felino
la estrella que la noche abandonara,
y recibí de la arrullante vara
la tesitura forestal del trino.
Ya con las manos sobre el pecho duro,
palpo en el fondo al enemigo oscuro
que a sus plantas me viera esclavizado.
Reconozco mi angustia y mi tristeza;
la perversión de mi naturaleza
y el error cerebral de haber soñado.
Germán Pardo García