DE TIERRA Y CIELO
III
No tiene prisa y va por su camino
con lentitud el destructor obrero.
Trabaja el haragán sepulturero
sin aceleración, sordo y cetrino.
Si se le opone al avanzar un pino,
le calcula su diámetro; y certero
le da una dentellada en el madero
vulnerable al hermoso campesino.
Despejada la senda lento sigue.
Sobre el mundo no hay nada que lo obligue
a la fulguración de una carrera.
Bruñe su diente de sabor salino
y va con lentitud a su destino.
¡Para qué apresurar! ¡La carne espera!
Germán Pardo García