A LOS ÁNGELES NOCTURNOS
La materialidad volviose río
y la perturbación deslumbramiento.
Altísimas acústicas del viento
dispersaron mi voz. Ya no soy mío.
Aguardadme un segundo y os confío
lo que aún vive de mí. Sólo un momento
permitid mi retardo, porque siento
que mi fragilidad vuela al vacío.
Esperadme en silencio sin preguntas
y acudiré al lugar donde las puntas
de vuestra espada el tornasol no hiere.
Ya voy hacia vosotros. Las miradas
me brillan para el mundo despejadas,
y comprendí lo que la noche quiere.
Germán Pardo García