A LOS ÁNGELES DEL OCASO
¿No veis que tengo el corazón transido
y que a mi sien la engrandecí de espinas?
El ángel tutelar de las harinas
le dio hermosura a mi mantel raído.
¿Qué celestial licor ha enternecido
de mi mesa las duras proteínas,
y lavado en la sal de mis retinas
la figura de un pez desconocido?
Ángel de la Armonía: alondrecedme.
Ángeles del ocaso: estrellecedme.
Yo soy el constructor de unas escalas
donde al silencio le fermenta vida.
A mis tumultos les ungí la herida
y a mi derrota le nacieron alas.
Germán Pardo García