MEMORIA DE GAUGUIN
Gauguin pintó. Y la carne desteñida
se cubre con barnices de canela.
Desnudez y lujuria. La candela
del color a brochazos esparcida.
En Fatu-Iwe y ante hórrida guarida,
custodiando el taller un centinela:
Gauguin con su mirada en donde vuela
sombrío halcón famélico de vida.
El pus rezuma de sus dedos acres.
Cunde la fetidez entre los lacres
que incendian clima, parasol y suelo.
Y consumado su último delito,
el mar sobre el cadáver del Maldito
escupe la amargura de su duelo.
Germán Pardo García