SELVAS DE INFANCIA
¡Oh selvas delirantes de mi infancia,
con nutrias y dorados escorpiones!
¡No selvas, sino atónitas prisiones
y muros de mortífera fragancia!
En su sabiduría mi ignorancia
conoció los cachorros cimarrones
y un ímpetu de largos ventarrones
en toda su mortal beligerancia.
Y alcanzó su adultez mi cuerpo brusco,
y adquirí mi conciencia de molusco
que aún sepultado entre el fangal advierte
que a mi vida le cuento los milímetros,
como el ciego calcula los centímetros
que apenas lo separan de la muerte.
Germán Pardo García