ÁLAMOS EN LA TARDE
Llena la tarde está de álamos grises
y sombras en los pálidos canceles.
¡Cuán grande soledad y cómo dueles,
oh Tiempo, al que yo imploro: no me pises?
Caminante que surges de países
misteriosos y lanzas tus lebreles
contra mi corazón: ven como sueles,
pero tu asalto a mi zaguán no avises.
Allí mi corazón se da las manos
con otros corazones que han caído.
¡Mira esos desniveles inhumanos!
¡Para mi atardecer los he elegido
y en sus pocos centímetros arcanos
mi cuerpo sideral cabe extendido!
Germán Pardo García