HOMBRE CENTAURO
Déjame acariciarte, bestia ruda,
mitad potro y mitad rápido arquero.
Déjame cabalgar sobre el ligero
tapiz carnado de tu piel felpuda.
Mi alma inmensamente está desnuda.
Tu casco brilla abarcador y fiero.
La vida es nuestra y el amor entero
cimbra al contacto de tu faz membruda.
La luz, la vida, nos verán unidos
por la voracidad de los sentidos,
de las pezuñas a la audaz cabeza.
Yo en tus hombros castaños y calientes,
y tú bajo mis manos delincuentes
consteladas de horror y de grandeza.
Germán Pardo García