PÉTREOS ESPÍRITUS
En la constelación de cal y canto
que los hombres graníticos tenemos,
florecen rocallosos crisantemos
sin humedad de bosque ni de llanto.
Monolíticas nubes, duro manto,
más bien semejan verticales remos
de olas calcáreas que jamás movemos.
Nuestro ¡líquido mar no puede tanto.
Allí están impasibles, infecundos,
como fósiles varas de otros mundos
con antivegetal sólida yedra.
Aún así su adversidad amamos.
Son las únicas flores que alojamos
en nuestro inmenso espíritu de piedra.
Germán Pardo García