VOZ EN LA SOLEDAD
Oigo una voz que nunca había escuchado,
y digo, en mi ansiedad estremecida:
es el aire que pasa desolado
y perturba la rama florecida.
Vuelvo a sentir la voz. Iluminando
esplende el cielo; absorta está la vida,
y la sangre descansa en el costado,
como una onda ciega, detenida.
En el silencio grávido de la sombra,
por tres veces la misma voz me nombra.
Y el corazón tenaz oye, en su espera,
que esa voz es el eco de sí mismo,
que ha de flotar por siempre en el abismo
de su desolación cuando yo muera.
Germán Pardo García